Por Rodolfo Quintero Noguera
Conversación con Carlos Danez a propósito de ‘Cat on a tin roof’ en el Teatro César Rengifo.
Hace algunos años le hice una entrevista al poeta Carlos Danez director del Prosopon et Ius, a propósito del estreno de “Siete contra Tebas” de Esquilo, la entrevista tuvo lugar en una clínica, en la que se recluyó cuando concluyó la temporada. Ahora cuando realiza la segunda temporada de “La gata sobre el tejado caliente de Zinc (Cat on a hot tin roof)”, es la víspera de la muerte de su esposa; me cuentan que ella asistió en silla de ruedas y con mascarilla a la ultima función. Danez luego de los aplausos le dedicó la función, paradójicamente la trama de la pieza de Tennessee William “Cat on a hot tin roof”, reposa en la estructura dramática que se teje a partir de uno de los personajes principales que tiene cáncer. Quince días después de esa función Drina, la esposa de Danez perece de cáncer tras una larga y dolorosa agonía. Esta entrevista a propósito de “Cat on a hot tin roof”, fue realizada en medio del silencio y la perplejidad del luto. Como dice el ultimo parlamento de este drama psicológico de Tennessee William: “Respóndameles a la muerte con vida”, de manera que ustedes apreciaran la conversación que sostuvimos a propósito de un montaje teatral lleno de vida.
RQN– El producto artístico es fruto del esfuerzo inusual de sus cultores, sin embargo no deja de sorprender como en una situación de crisis económica, social y moral como la que estamos padeciendo, se haga algo tan inútil como el arte. La necesidad nos asalta en cada esquina, en el baño de la casa, para no nombrar la cocina. Pero lo que más nos causa sorpresa es que el teatro tenga aun público y no lo digo por el costo de la entrada que es ridículamente barato y que no corresponde con la calidad del trabajo de Prosopon et Ius, sino por los problemas que el espectador debe enfrentar para ir y venir del teatro. Problemas de seguridad y transporte, sumándole además el problema que hay con el dinero en efectivo que aunado a la dificultad de las comunicaciones, que problematiza enormemente la adquisición de la entrada; puesto que los puntos de venta y las transferencias requieren de efectividad a la hora de realizarse la operación de cancelar, cuando fui a verlos te diré que la cola era tan lenta que ustedes empezaron el espectáculo con casi cuarenta minutos de retraso. Por otra parte he pensado en la limitación de la convocatoria que pese a la eficacia de las redes sociales, se aprecia incompleta y deficiente. Ya no existe el clásico afiche, los murales y cartelones, a los que el público estaba acostumbrado; ni siquiera los periódicos tienen espacio y el tiraje suficiente para que el público lea las reseñas y críticas teatrales. Pero tú nunca has sido un llorón ni yo tampoco, simplemente me interesa saber cómo es el funcionamiento de un grupo de teatro en estos momentos de crisis
CD– Gracias Rodolfo, por darme la oportunidad de decir lo que me provoca decir tras bastidores. Comenzaré por pedir disculpas a las personas del público, no hay nada más anti-profesional que el retraso a la hora de comenzar la función, pero como tú lo has dicho “la vaina está muy jodida” ¿Qué podemos hacer? ¿Qué estamos haciendo para continuar practicando el rito sagrado del teatro? La dificultad comienza con el traslado de los actores a los ensayos, en estas circunstancias ningún director puede exigir puntualidad y ni siquiera puede exigir la presencia; sin embargo algunos actores muchas veces han llegado a ensayo caminando una distancia mayor de 30 kilómetros y lo mismo cuando retornan a sus hogares. Hasta ahora lo que nos mantiene haciendo teatro a contracorriente es la mística de los actores y actrices. Un artista quejón es un artista mediocre, pero debo decirte que en esta coyuntura histórica estamos muy lejos de intentar vivir de nuestro trabajo. Ni siquiera podemos pensar en mitigar el hambre con lo que hacemos, parecemos espíritus aéreos buscando la excelencia en nuestro trabajo. Mientras la población pasa días enteros haciendo colas para alimentarse, nosotros alimentamos nuestro espíritu haciendo teatro.
RQN– Pero la taquilla a pesar de lo barato que es, ha disminuido. Ustedes acostumbraban a poner full al teatro, ahora no alcanzan a llenar la parte de abajo del teatro Cesar Rengifo y no es por la calidad de su trabajo.
CD– Sin intenciones de caer en terrenos de en lo político, te explicaré la actual situación pertenece al campo mitológico. La población está recibiendo un castigo apocalíptico y lo seguirá recibiendo mientras crean que deben alimentar su cuerpo de manera paranoica, olvidándose del espíritu. Bueno es por eso que estamos jodidos. Históricamente el teatro, en situaciones de profunda crisis ha jugado de manera impetuosa, una posición marginal, para garantizar la fuerza espiritual de la población más sensible.
RQN– ¿Cómo contribuye “La gata sobre el tejado caliente de Zinc” a la alimentación espiritual del poco público que va al teatro? Trata de contestar sin prepotencia.
CD– Lo intentaré. Ese poco público siempre recibirá la energía imperecedera que mana el rito teatral y encontrará en la línea argumental de los personajes de “La gata sobre el tejado caliente de Zinc”, a sus semejantes. Esa gente del público postrada en butacas, vive la vida de esos personajes, que en escena tienen más vida que ellos. La gente del público, pareciera estar sentada padeciendo una patología literaria, pero en realidad están accionando dentro de sí, ahí en su oscuridad interior: el fuego de la creatividad para ampliar su conciencia. Esta es operación mágica que realizan junto al actor que en escena interpreta, ellos están percibiendo lo aparente (el personaje) dl escenario y lo profundo de la vida presencial del actor que se encuentra interpretando.
RQN– ¿Estas describiendo una línea de acción comunicativa?
CD- Una acción teatral por su naturaleza, siempre se desencadena en respuestas dinámicas del espectador. (Silencio)
RQN– Muchas veces has hablado de eso, para ti el teatro cumple una función curativa. ¿Acaso en el teatro la purificación es un acto de comunicación?
CD- La purificación es un juego volitivo, el filósofo Aristóteles llamó a ese acto lúdico catarsis, pero atribuyó las facultades de la catarsis únicamente al texto representado. Y limitó los efectos la catarsis al público, pero en el transcurrir de los tiempos y con el surgimiento de la noción de conciencia como facultad de darse cuenta, los actores llevan el protagonismo de la purificación emocional que produce la ampliación de la consciencia.
RQN– ¿Cómo vendría funcionando esa cura en el caso de Cat on a hot tin roof”, según la puesta en escena del Prosopon que acabamos de ver?
CD- En el texto de Tennessee William que estamos representando el público ha sido muy sensible al tema del ocultamiento de la verdad en los casos de la homosexualidad y de la muerte. Creo que en esta situación de crisis nacional, lo que humildemente podemos hacer, es limpiar nuestra alma o cuerpo emocional para activar el espíritu dormido. Si todos los venezolanos entendieran la importancia de salvar el espíritu, harían grandes esfuerzos para acudir a nuestra convocatoria.
RQN- Hablando de convocatoria cuéntame ¿Y el desnudo, qué papel juega en todo esto?
CD- Es una técnica que practicamos en entrenamientos y ensayos, ya que con este yoga los automatismos del comportamiento cotidiano, son destruidos. El actor o actriz alcanza a superar el bloqueo que lo inhibe y así dejar de ser él mismo, en una primera instancia para luego ser el personaje.
RQN- ¿Se trata de una técnica para encontrar y entrar en personaje?
CD- Es desnudo y por medio de acciones físicas, que la actriz o el actor, alcanzan un nuevo nivel de conciencia, lo hacen junto al otro cuerpo: el emocional y textual del personaje. Es un asunto de pura presencia actoral en el momento de la acción.
RQN- El cuerpo desnudo que se da cuenta de lo que hace ¿permite a los actores encontrar mayor seguridad a la hora de actuar?
CD- El actor o la actriz no podrá aplacar su incertidumbre sino es con disciplina y para adquirirla tiene que renovar su actitud personal frente a la vida y es el proceso de trabajo, el que la transforma…
RQN– Has hablado del desnudo en los ensayos ¿Y el desnudo en las funciones?
CD– Todo actor quiere expresar significados, a pesar de sí mismo y para que el resorte del personaje accione de manera eficaz, es preciso que la pasión del personaje sea engrandecida y vitalizada por la complejidad. Eso lo dicen todos los métodos naturalistas, sin embargo hay significados que exclusivamente pertenecen a la puesta en escena. Significados donde el plano de la expresión supedita al plano del contenido, el desnudo en escena habla en el nivel expresivo.
RQN– Mucha gente no entiende eso, quiere que se les narre una historia de forma tradicional y por eso se ponen nerviosos.
CD- Sé que el tabú en el espectador puede conducirlo a rechazar radicalmente al desnudo, pero afortunadamente toda una trayectoria de más de veinte y nueve años de vida teatral ha posibilitado a que el prejuicio corporal, legado milenario de nuestra Santa Iglesia, haya venido desapareciendo en el espectador de esta ciudad. Es más creo que en el merideño común hoy existe una mayor aceptación de su cuerpo, creo que en parte se deba al trabajo que hemos venido haciendo en escena durante todos estos años. De manera que pienso que el impacto del cuerpo desnudo en escena es asimilado estéticamente por nuestros espectadores.
RQN- Y los actores y actrices ¿Cómo reaccionan al asumir sus cuerpos desnudos frente al público?
CD– El actor o actriz ha prefigurado durante los ensayos un contexto de estímulos racionales y volitivos, que él mismo y el espectador creen real. La mente del actor previamente se ha encargado de construir estímulos, a los que el cuerpo debe de reaccionar accionando impulsos que permitan la ilusión de que los sucesos son reales. Esos impulsos pueden ser apreciados de manera más nítida en el cuerpo desnudo del actor y el actor entrenado se enorgullece de que eso sea así y ocurra con su cuerpo, que está al servicio del arte.
RQN– ¿Podemos decir que los actores y actrices de Prosopon se desnudan con orgullo?
CD- El actor o actriz construye una sensibilidad escénica general, sin leyes fijas, de esa sensibilidad el espectador termina participando y eso lo sabe ese, al que le corresponde desnudarse en escena.
RQN– ¿No temes que los desnudos puedan llegar a convertirse algún día en clichés?
CD– La vida energética en escena mata los clichés, garantizando la eficacia de la presencia actoral. (Silencio) La gente que teme los desnudos en el escenario, está temiendo la energía de un cuerpo desnudo, semejante a su propio cuerpo.
RQN– ¿Hablas de energía?
CD- El lenguaje energético con el que el actor o actriz ejecuta su presencia en el escenario, es una danza, de manera que el actor o actriz estando desnudo se eleva sobre lo que es común, convirtiéndose en una figura alucinante. La oposición entre la conducta cotidiana y la extra cotidiana, la del desnudo se desliza del plano físico a otro plano de inmediato no reconocible. Pero ese plano es energía creadora pura, de manea que nuestros desnudos jamás podrán convertirse en clichés.
RQN– Me impresionaron en este último trabajo tu actuación, la de Adriana Márquez y la de una joven con mucho futuro como actriz que hace el papel de Edith. El trabajo del protagonista, de la actriz que interpreta la madre y de otro actor que ya conocimos en “El Mercader de Venecia”, tu anterior montaje; puede perfeccionarse aún y alcanzarse a nivelar con el trabajo de ustedes los más veteranos. Sin embargo debo aceptar que hay en estos actores un nivel bastante aceptable, inclusive por el público exigente. Las dos niñas, personajes de tu creación que nada tienen que ver con los hijos del texto original, son encarnadas por dos jóvenes actrices (Zari y Eva) que a la vez son acróbatas y le dan un toque de irrealidad neurótica a un texto absolutamente realista. Ellas estuvieron muy bien, no destruyeron los tímpanos al público sin embargo pudieron mantener una atmosfera de irreverencia caótica. Los impulsos emocionales y mentales de los personajes de las niñas que le dan el ritmo percusivo a la pieza, se corresponden con las formas corporales que procuraron las actrices acróbatas. Unas niñas que descienden de los aires donde suelen estar, joden para luego volver a ascender, dotando de ritmo y complejidad al texto de Tennessee William. Lo hacen hasta que por acción de apertura corpórea, emotiva y mental, la calidad expresiva de los actores y actrices que forman parte del escenario, puede ser leída por el público.
CD– Siempre has sido buen lector y un buen lector puede leer cualquier cosa, inclusive lo que acontece en el escenario.
RQN– Gracias “Carlucho”, ahora explícame ¿Cómo hacen en los ensayos, para que el público luego, pueda apreciar la ligereza, la simplicidad, la economía de formas y el equilibrio entre la intuición y la reflexión; que los actores muestran? Te hago esta pregunta porque sé que en tu trabajo cuenta mucho los métodos y técnicas empleadas, además del desnudo.
CD– El actor pudiera estar en paridad con los ángeles, pero el actor es un humano que se vacía de lo que es y no es, para entrar en conexión con su personaje. Aparte del cuerpo, el actor también desnuda su alma. Esta facultad lo distancia en escena del proceso racional, que el actor siempre está observándolo sin abandonarlo del todo. Establece así una capacidad conectiva que le permite distanciarse de las formas mecánicas; y ya social y psíquicamente codificadas. El ritmo narrativo y el tono de la representación, están en manos del director y el actor.
RQN– ¿Podemos decir que el ritmo narrativo depende de las técnicas actorales?
CD- La actuación es un arte cuya efectividad depende de la sinceridad del actor, cualidad humana que otorga al actor, verdaderas facultades pontificias capases de lograr la hierofanía en el rito escénico. En cuanto a la imagen en el escenario, te diré que es el resultado de un hecho narrativo, que ha sido congelado para poder leído desde lo visual…
RQN– ¿Cómo la sinceridad de tu primera actriz Adriana Márquez le permite mediante la técnica, adquirir facultades mágicas en la práctica del rito teatral?
CD-El espacio escénico visibilizado en el rito teatral, permite al actor o actriz alcanzar una frecuencia vibratoria que si está vacío o vacía en su interior, le posibilita traspasar los límites espaciales para penetrar en una nueva dimensión. Es así que el rito le otorga a Adriana, facultades energéticas extra-cotidianas, que la consagran para transitar por una senda sagrada. La sinceridad es la facultad que nos permite desafiar las apariencias y conseguir una ebullición energética.
RQN– Interesante, parece un principio metafísico. Háblame de ese nuevo talento que representa al personaje de Edith
CD– Se llama Diana Torres y es estudiante de actuación de la Universidad de las Artes. Tiene toda una vida artística por delante, para este trabajo ella fundamentó su personaje sobre la observación, profundizando en la animalidad como estilo de ser en escena; poniendo en juego el autocontrol emotivo y la movilidad física. Diana es una actriz con iniciativa y se acercó a lo esencial del personaje, dejando en segundo plano las relaciones en escena como determinantes absolutos del sentido de la representación.
Existe la superstición de que el teatro se mete en la vida personal de los acores y directores. En este caso podemos decir que la muerte se introdujo en la vida personal de Carlos Danez y de ella, el Danez hizo un objeto artístico de representación. Lo erótico es el complemento mítico de lo tanático, en la presente puesta en escena de Cat on a hot tin roof”, el público podrá apreciar como el teatro está vivo en el escenario y con el teatro los mitos que se manifiestan apoderándose de la presencia del público.